Hace ya cuatro años que el ex presidente Néstor Kirchner lanzó un proyecto sobre la construcción del tren bala que uniría las ciudades de Rosario- Córdoba y Buenos Aires. Al momento de hacer pública la iniciativa, la noticia no cayó del todo bien en la sociedad que respondía a este acto al grito de “no al tren bala, sí al ferrocarril”.
Después de dichos acontecimientos, dio la sensación que el proyecto quedó estacionado a futuro, lo cual no sucedió. Durante estos años de a poco el proyecto fue ajustándose a modificaciones económicas que el gobierno tuvo que afrontar para volver a activar el crédito. Hoy en día el canje de la deuda y la estabilidad económica con la que cuenta Argentina con 50.000 millones de dólares en reservas hace que se pueda financiar la obra.
Después de cuatro años, se activa nuevamente el financiamiento y se hace más fuerte la posibilidad de que la iniciativa llegue al congreso.
Pero lo que en realidad la gente pretende es un tren que sea para todos, un tren que una a los pueblos olvidados con las grandes ciudades a un costo accesible. Además con el gasto que significa afrontar el tren bala se podrían hacer cosas que hoy en el país son prioridades. La educación está atravesando una crisis económica muy fuerte, las rutas más importantes que conectan las ciudades están en un estado deplorable, los jubilados son cada vez más pobres, el desempleo sube cada vez más y la marginación está implantada en la sociedad.
Ante esta idea, el ferrocarril estatal se financiaría en un menor costo, ya que el gasto sería afrontado por el mismo país y sería una inversión para la inclusión y la creación de industrias ferroviarias, creando así más puestos de trabajo. Mientras que el pueblo reclamó un proyecto más equitativo para todos, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sostuvo que “es un paso de modernización muy importante para la nación”, sin importarle las verdaderas necesidades que afronta el Estado argentino.
Frente a este caos que viven los habitantes de los pueblos que se les hace casi imposible afrontar el gasto de un micro que los derive a las ciudades, se creó un contraproyecto que estable el tren para todos los argentinos. Distintas agrupaciones trabajan diariamente para llevar a cada rincón del país la iniciativa que sería oposición al proyecto oficialista.
Con la llegada del tren bala, el gobierno dejaría de lado la idea de distribución, ya que si se aprueba el proyecto, las únicas ciudades que contarán con el beneficio son Rosario, Córdoba y Buenos Aires, mientras pagarían los costos el país entero.Emanuel Bernad.
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